Me había casado con algunos géneros musicales en específico; sobre todo cuando se trata de pintar. En ocasiones se volvían ya una rutina no aburrida.
Hasta que decidí escuchar algo diferente, quería saber qué se siente estar en una “distante perspectiva” y poner atención a la letra del trovador en compañía de su instrumento, y digo distante porque sería dejar de ponerle un poco de consciente dedicación a lo que a mí me inspira y tratar de sentir lo que le inspiró al cantautor.
Algunas letras era como si la poesía hablara, acompañadas de música.
Versos que toman forma real y las vuelves tus historias.
Comprendí que así como sacar de cierta forma los pensamientos, darles forma, color y una historia, lo mismo sucede con un trovador.
Es demasiado profunda su música, hay anécdotas escritas en cada letra y nota musical, en donde sólo escuchándola la vuelves tuya.
Y más, el tratar de aunar algo que te inspira con lo que le inspira a alguien más, se puede volver todavía más interesante en un sentido cuestionable, sensible y al mismo tiempo tal vez reconocible.
-Karla Urdaibay
Commentaires