Uno de mis más grandes miedos es caer en la trampa de mi EGO, que me diga que necesito compartir algo con alguien, construir algo, estar con alguien y por consiguiente envejecer con ese alguien para no morir sola.
Me aterra la idea que en algún momento crea que tengo que recorrer el “ciclo de la vida” basada en el pensamiento e ideas del prójimo.
No me veo despertando a lado de alguien que no me inspire, no desee, no me muestre algo diferente, que no genere un impacto en mi, ni admire, que no sacuda mi alma y sacie mi sed de aprendizaje cada día, desde uno o más errores hasta lo más bello por enseñar.
No podría compartir mi esencia con alguien que en lugar de hacer un hogar la compañía, me genere vacío y soledad.
Por supuesto que creo en lo opuesto, en la complicidad, el acompañamiento y lo que para mí es primordial, el intercambio mutuo de energía, eso que llaman conexión.
Pero uno de mis miedos es esto. Caer en la debilidad de no amarme ni valorarme lo suficiente como para tratar de compartir algo con ese alguien que me haga creer que conformarse es igual a el amor.
-Karla Urdaibay
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